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Esta es la conclusión de una investigación publicada recientemente en Nature en la que participaron 85 científicos de todo el mundo, y uno de ellos es argentino.
Curiosidades23/08/2023
EcoObjetivo


Sólo incorporando las diferentes formas de valorar la naturaleza (como aquellas que contemplan sentimientos de pertenencia a un territorio o las identidades colectivas) cuando se toman decisiones políticas y económicas se podrá lograr un futuro más justo y sostenible, concluyeron más de 85 científicos de todo el mundo -entre ellos el ecólogo e investigador de Conicet Christopher Anderson- en un artículo publicado recientemente en la prestigiosa revista británica Nature.
"Un futuro más justo y sostenible deberá incorporar las distintas formas de valorar la naturaleza cuando se tomen decisiones políticas y económicas". En pocas palabras, esta es la conclusión de una investigación publicada recientemente en Nature en la que participaron 85 científicos de todo el mundo, y uno de ellos es argentino.
En realidad, Christopher Anderson (46) -investigador de Conicet en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic-Conicet) y profesor en la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (Untdf)- nació en Carolina del Norte (Estados Unidos) pero se nacionalizó argentino y hace 11 que vive en nuestro país. Habla perfecto castellano, vive en Ushuaia y es científico del Conicet.
Periodista:¿Nunca había sido demostrado científicamente que tener en cuenta distintas concepciones sobre la naturaleza a la hora de tomar decisiones políticas y económicas es la única forma de alcanzar un futuro sostenible?
Christopher Anderson: Nuestro trabajo tiene como antecedente el informe de los Múltiples Valores y Valoraciones de la Naturaleza que publicó la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes), en julio de 2022, integrada por 132 países.
Este informe señaló que detrás de la crisis de biodiversidad global está la tendencia dominante en las decisiones políticas y económicas de concentrarse en los beneficios a corto plazo y el crecimiento económico, sin tener en cuenta los múltiples valores de la naturaleza.
Sobre esa base, en nuestro artículo de Nature, trabajamos con más de 50 mil publicaciones académicas, documentos de políticas públicas y fuentes de información indígena local. Todos los acuerdos mundiales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, o aquí en Latinoamérica el Acuerdo Escazú, afirman que necesitamos tomar en cuenta múltiples cosmovisiones sobre la naturaleza. Pero en los hechos, ¿lo hacemos? Esa era la pregunta. Queríamos saber si se cumple.
P.: ¿Y a qué conclusión llegaron?
C.A.: Efectivamente existe una diversidad de formas de ser y de valorar. No sólo somos capitalistas, no sólo somos consumidores. Hay otras formas de ver la naturaleza que no es únicamente bajo la visión del extractivismo. Hay idiomas y culturas que ni tienen palabra para naturaleza, porque no separan al ser humano de la naturaleza. Hay diversidad de formas y no faltan métodos para incorporar esos múltiples valores a las decisiones.
P.: ¿Y cuáles son esos múltiples valores?
C.A.: Básicamente, encontramos tres tipos: los "instrumentales", por ejemplo, cuando la naturaleza es percibida como un activo económico; "intrínsecos", cuando se quiere cuidar la naturaleza desde un punto de vista ético o moral, y "relacionales", cuando los valores surgen de una relación profunda con la naturaleza, como el sentimiento de pertenencia a un territorio o las identidades colectivas.
P.: ¿Y por qué no se miden?
C.A.: Por varias razones: falta de capacidad analítica de las agencias del gobierno; proyectos que pasan por audiencia pública pero cuyas decisiones no son vinculantes. O necesidad de reformar las normas que reconocen los valores de tal modo que sea obligación incorporarlos. Otro motivo pueden ser limitaciones en los análisis de costo-beneficio, que no deben realizarse sólo en términos monetarios.
P.: ¿Y cómo se aborda el costo-beneficio más allá de lo económico?
C.A.: Existen valores como la identidad, el amor o las tradiciones ancestrales que también tienen que ser tenidos en cuenta. Y los métodos para tomarlos en cuenta no son simplemente sacar una ecuación con números, se necesita un análisis multicriterio, que implica participación, consulta.
P.: Todo parece indicar que en nuestras sociedades la naturaleza es vista como algo a dominar y desde donde extraer todo tipo de recursos. ¿Eso es posible de cambiar?
C.A: Es posible y es imprescindible. La crisis ambiental que enfrenta el planeta está relacionada profundamente con esta crisis de valores que ha priorizado la mirada instrumental sobre la naturaleza. En la investigación definimos cuáles son los cuatro enfoques desde donde se puede atacar el problema.
P.: ¿Cuáles son?
C.A.: El primer punto es reconocerlo, porque hay actores que aún hoy no reconocen que existe la diversidad. Mejorar la formación de la gente que toma decisiones. En Argentina, por ejemplo, todos los empleados estatales deben capacitarse según la ley Yolanda. El segundo punto es tener los métodos para incorporar estos valores en las decisiones, métodos que existen pero que no se utilizan siempre. Tercer punto: reforma de las instituciones.
Por ejemplo, la Ley de Cambio Climático en la Argentina, que es una ley de presupuestos mínimos y que propone un Gabinete Federal donde hay representación de todos los ministerios en el tema, porque es un tema transversal. La cuarta palanca para incluir distintas representaciones de la naturaleza es que las personas incorporen estos nuevos valores en sus acciones cotidianas.
P.: ¿La ciencia moderna tiene dificultades para pensar la complejidad de la realidad?
C.A.: Sí, creo que la mirada de los científicos en general no tiene en cuenta esta diversidad. En el informe vimos que históricamente los temas ambientales fueron tratados como temas ecológicos y hoy los reconocemos como socioambientales. Pero hay una diferencia entre lo ecológico y lo socioambiental.
Lo ecológico tradicionalmente fue tratado desde la biología que, como todo en Occidente, plantea esta separación del ser humano con la naturaleza. Todos los que trabajaban en ambiente son biólogos, pero biólogos con formación de cómo contar los pelos en la oreja del ratón. Hay un cambio de paradigma en los últimos 15 años. Hoy en día reconocemos que el ambiente es biología, sociología, política. (Télam)



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