Podemos realmente creer en un Plan B para el clima: el antecedente de la erupción del Monte Pinatubo

La geoingeniería solar forma parte inevitable de los debates sobre qué hacer tras años de inacción climática. El año pasado se formó una iniciativa mundial con el único fin de detener su desarrollo.

General19/03/2023EcoObjetivoEcoObjetivo
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Podemos realmente creer en un Plan B para el clima: el antecedente de la erupción del Monte Pinatubo

A las 10:38 de una mañana de junio de 1991, explotó un volcán en Filipinas.

El Monte Pinatubo envió una nube de ceniza de 35 kilómetros hacia el cielo, matando a cientos de personas e impactando a millones más. Antes de que el polvo se asentara por completo, ocurrió algo más: La superficie de la Tierra se enfrió durante un par de años.

El pasado mes de septiembre, unos investigadores británicos elevaron un globo lleno de dióxido de azufre, ingrediente habitual en las erupciones volcánicas, a casi 25 kilómetros de altura antes de que estallara. El experimento se describió como una posible primicia científica en el campo de la "geoingeniería solar", es decir, la dispersión de partículas en la atmósfera para desviar los rayos solares y crear un efecto de enfriamiento similar al del Monte Pinatubo.

Probablemente no será la última prueba del potencial de la geoingeniería solar -a veces también llamada "ingeniería del clima"- para ayudar a mitigar la crisis climática, aunque se la compare con un acto científico de desesperación.

Un grupo de expertos publicó el mes pasado una carta abierta presionando para que se realice "lo más pronto posible" un estudio más riguroso y responsable de la geoingeniería solar. En un informe de 2021, científicos de la Academia Nacional de Ciencias de EE. UU. ya pedían un registro internacional de investigaciones similares, que se preguntara "no sólo si podemos, sino si debemos" usar dichas tecnologías.

Hay una tensión inevitable cuando se manipula el clima de una parte del mundo de forma que pueda afectar negativamente a otra, lo que podría provocar una respuesta natural del ecosistema. O en acciones que terminaran por empeorar una situación climática que ya era mala. Esto explica por qué, aunque los modelos sugieren que la geoingeniería solar podría ayudar a sostener la producción de alimentos en un mundo que se calienta, abunda el escepticismo.

México anunció recientemente planes para prohibir los experimentos de geoingeniería solar. El año pasado se formó una iniciativa mundial con el único fin de detener su desarrollo.

Sin embargo, el ímpetu detrás del concepto crece cuanto más difícil parece limitar el calentamiento de forma a evitar impactos catastróficos.

Los expertos han advertido de que superar 1,5 °C de calentamiento por encima de los niveles preindustriales aumentaría los riesgos relacionados con la salud, la seguridad alimentaria y el suministro de agua. Se calcula que el calentamiento alcanzó 1,21 °C en enero y que llegará a 1,5 °C en 2035.

Sin embargo, renunciar al objetivo de 1,5 °C y centrarse en su lugar en formas de suavizar el golpe climático, como la geoingeniería solar, podría ser un grave error.

Ello no ha impedido que la gente haya ideado otras variedades de planes de respaldo.

Una propuesta alternativa utilizaría burbujas espaciales de película fina flotando sobre el planeta para desviar la luz solar. Otra se basa en la idea de que verter hierro en el océano ayudaría a generar un fitoplancton devorador de dióxido de carbono. El mes pasado, unos astrofísicos sugirieron lanzar penachos de polvo desde la superficie de la Luna para crear un "escudo solar" para la Tierra.

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Propuesta de inyección de aerosoles estratosféricos utilizando un globo para inyectar aerosoles en la estratosfera.

Mensurando impactos climáticos

Puede que sea controvertida, pero la geoingeniería solar forma parte inevitable de los debates sobre qué hacer tras años de inacción climática.

Una investigación sobre geoingeniería solar de la Universidad de Harvard pretende lanzar un globo desde una plataforma en Suecia a 20 kilómetros de altura para liberar polvo mineral y medir la química atmosférica resultante y la dispersión de la luz. El proyecto ha suscitado numerosas críticas, y en 2021 se suspendió la prueba a la espera de un "proceso de compromiso social más exhaustivo".

El gobierno británico ha encargado estudios sobre los efectos de la geoingeniería solar, pero no tiene previsto implantarla. El gobierno alemán ha financiado investigaciones relacionadas, y China ha montado uno de los mayores programas de investigación del mundo. El año pasado, el gobierno de Estados Unidos puso en marcha su propio programa.

La incertidumbre sobre a quién debe pertenecer la propiedad intelectual que sustenta una ciencia potencialmente salvadora del mundo es otra fuente de fricción. La participación activa de las economías en desarrollo más vulnerables al cambio climático en los debates sobre cómo se desarrolla (o no) la geoingeniería solar es también un punto de preocupación.

Fuente: Foro Económico Mundial

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