
Córdoba ya tiene su primera estación para monitorear el crecimiento de los árboles
Los datos son clave para realizar proyecciones sobre los cambios más probables de los bosques y diseñar estrategias de adaptación al cambio climático.
El aguaribay, conocido desde los tiempos del imperio inca, cuenta con aceites esenciales que permiten repeler a estos molestos insectos.
Curiosidades03/01/2024
EcoObjetivo


La invasión de mosquitos y el brutal aumento en el precio de repelentes generó complicaciones a la hora de poder conseguir estos productos, aunque una alternativa natural y al alcance de la mano podría dar solución a aquellas personas que quieren mantener a estos insectos bien alejados.
Se trata del aguaribay, un árbol nativo del norte y centro de la Argentina, pero que puede encontrarse con facilidad en veredas y parques de la Ciudad y el Conurbano bonaerense.
El Schinus molle, conocido también como molle o pimentero, puede alcanzar los ocho metros de altura y se caracteriza por sus pequeñas hojas alargadas y sus frutos rojizos, que pueden utilizarse como pimienta.
El aguaribay fue considerado como un árbol sagrado en la cultura inca y aún hoy en día es apreciado por la enorme multiplicidad de usos que brinda, tanto con sus hojas, como su cortezas y sus frutos: por ello, era plantado a lo largo de los caminos del imperio del Altiplano.
Esta especie puede utilizarse para realizar un brebaje para el sistema urinario, para curar llagas y eliminar la sarna: reconocidos personajes históricos como Garcilaso de la Vega, Félix de Azara y Manuel Belgrano destacaron algunos de estos usos en distintos libros o cartas.
Sin embargo, uno de sus beneficios más conocidos es el de ser un repelente natural de mosquitos, razón por la cual su sombra era (y es) utilizada como lugar para descansar.
Para ello, deben tomarse algunas hojas de aguaribay y frotárselas por la piel, aunque también puede confeccionarse un líquido al macerarlas con alcohol y aplicarlo con un rociador.
La razón es que esta especie posee una serie de aceites esenciales y alcaloides, como el terpineol y el felandreno, que son repelentes naturales de mosquitos, incluido el Aedes Aegypti, vector del dengue.



Los datos son clave para realizar proyecciones sobre los cambios más probables de los bosques y diseñar estrategias de adaptación al cambio climático.

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