El nuevo paradigma de cambio climático y eficiencia energética

¿Es realmente necesario ser eficiente en el uso de los recursos energéticos o es una moda actual, diferenciada de los usos de hace unas décadas atrás? ¿En qué se vincula la energía con el cambio climático?

Mes del Ambiente16/06/2023 Gustavo Altuna *
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El nuevo paradigma de cambio climático y eficiencia energéticaFoto: nevesferrao.com

¿Por qué hablamos sobre la importancia del uso racional de la energía para procesos referidos al cambio climático? ¿Es realmente necesario ser eficiente en el uso de los recursos energéticos o es una moda actual, diferenciada de los usos de hace unas décadas atrás? ¿En qué se vincula la energía con el cambio climático?
Estas preguntas son simples de responder, aunque las implicancias y desarrollos sean complejos de implementar. Vayamos por partes: la generación de energía eléctrica implica, en el caso de Argentina, la combustión de recursos fósiles, por lo que evidentemente hay gases de efecto invernadero emitidos, CO2 en su mayoría.

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Figura 1: detalle de emisiones en el sector eléctrico (fuente: CAMMESA, Indicadores Principales MEM, Abril 2023)

En la figura anterior se puede observar los niveles de emisiones del sector energético en comparación interanual. La reducción expresa se puede atribuir a numerosas cuestiones tales como mayores encajes de renovables, menores demandas efectivas por cuestiones climáticas o retrocesos económicos, mayores rendimientos de renovables por mejor disponibilidad climática, entre los principales. Pero la transformación del parque de generación es lenta, costosa y requiere otros esfuerzos adicionales a los económicos. Y es aquí donde la eficiencia energética ingresa como elemento y herramienta de transformación para una rápida reducción de emisiones y, consecuentemente, menores afectaciones en términos de cambio climático.

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Figura 2: penetración actualizada de las renovables en la matriz eléctrica nacional (fuente: CAMMESA)

Como se observa en la imagen anterior, la penetración de las renovables en nuestro país es significativa, pero se desarrolla a una velocidad tal vez inadecuada para los estrictos requerimientos mundiales de reducciones, de los cuales Argentina tiene un alto compromiso internacional.

Cabe aclarar que la implementación de eficiencia energética en todos nuestros procesos también promueve beneficios adicionales, que son traslativos a las reducciones de Gases de Efecto Invernadero (GEI( y consecuentes mejoras en las afectaciones climáticas referidas:

-    Se reduce el requerimiento eléctrico, independientemente cual sea su fuente de generación; si continúa aumentando la penetración de renovables en la matriz, ese porcentaje se ve incrementado al ser referenciado a un valor final total menor.

-    Las inversiones de renovables se hacen más rentables, al tener mejores períodos de repago por reducción de requerimientos de energía de red.

-    Se retrasan las inversiones requeridas para transporte eléctrico, muchas veces verdaderos cuellos de botellas para el desarrollo de las renovables y mejora de la calidad de servicio.

-    Aumenta la funcionalidad de microredes y generación a baja escala.

Todos estos aspectos promueven, en mayor o menor magnitud, la reducción de emisiones es un hecho ampliamente demostrado.

Otro aspecto de relevancia es que la eficiencia energética es una herramienta aplicable a cualquier nivel, y fácilmente replicable y escalable. No son necesarias vastas inversiones para su implementación, con simples cambios culturales de la gestión energética ya se obtienen resultados. Esa escalabilidad y posibilidad de masificación hace que se presente como una potente herramienta de aplicación inmediata a toda la población, promoviendo esto grandes cambios en la forma de gestionar la energía.

Por último … ¿Por qué hablamos sobre cambios culturales referidos a la eficiencia energética? Porque son los que nos permiten relacionarnos con la gestión de la energía directamente, de poco sirve hacer inversiones si las utilizamos mal. Para este punto conviene mencionar que la eficiencia energética se puede dividir en tres grandes grupos de implementación: los cambios operacionales, los recambios tecnológicos y los cambios culturales.

Los primeros (cambios operacionales) refieren a aquellos cambios en la forma de operar el servicio o producto, o su elaboración, para realizarlo de manera más eficiente en términos de consumos energéticos. Los recambios tecnológicos refieren a la utilización de equipos y elementos con mejor desempeño energético, los cual puede ser analizado a partir de una simple etiqueta de eficiencia energética presente en el elemento; nótese que ambos grupos requieren de inversiones, ya sea para adquisición de productos o servicios. Pero los cambios culturales son todos aquellos que se pueden realizar con inversiones mínimas o inclusive sin ellas, y refieren a los cambios de comportamientos sistemáticos que podemos desarrollar individual o colectivamente para abordar el uso racional de la energía. Como ejemplo de esto, podemos mencionar que de poco sirve realizar una inversión cuantiosa al cambiar nuestra vieja heladera por otra de última generación, si vamos a mantener su puerta abierta permanentemente o mucho más de lo necesario. Se requiere concientizar a las personas en el uso racional de la energía para que adopten conductas sistemáticas y permanentes, para luego realizar los cambios que incluyen inversiones; se requiere asimismo que a partir de este cambio de conciencia, una persona decida invertir para desempeñarse más eficientemente en términos energéticos. Como dato interesante, las empresas que impulsan cambios culturales en referencia a eficiencia energética obtienen reducciones de hasta el 20% en sus consumos energéticos, y casi sin gastar un peso.

Por todas estas cuestiones es que siempre los cambios culturales se impulsan de manera previa a los otros, y es por ello que se debe difundir la eficiencia energética como herramienta de adaptación y moderación ante el cambio climático. Tanto la implementación de eficiencia energética como la reducción de alcances del cambio climático referido a las emisiones de GEI lo hacemos entre todos, no debemos esperar recetas mágicas u obras faraónicas; es deber de los gobiernos la definición e implementación de políticas específicas y concretas referidas a estos temas, pero eso no exime la responsabilidad que tenemos como individuos.

(*) Lic. Gustavo Altuna, Licenciado en Gestión Ambiental, graduado Universidad Blas Pascal y Consultor particular en SG2 Consultores

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